Este chico nunca cruzo una sola palabra conmigo en todas la veces que nos hemos cruzado por la calle, en los partidos, fotos oficiales del club, etc. Pero el hizo mucho por mi, ya que cada vez que se nos encontrábamos saludaba a mi pequeño Dani. Este pequeño gesto siempre significo mucho para mi niño que desde que empezó en baloncesto empezó a perder la vergüenza y salir de su mundo y relacionarse con los demás. Recibir un saludo de sus mayores, o sea de aquellos jugadores de categorías superiores a la de el es todo un honor. Por eso cada vez que nos encontrábamos Dani salía corriendo por la calle a darle la mano y venía más orgulloso de ser amigo de saludos por la calle.
Fueron pequeños y simples gestos que cambiaron la vida de mi niño, por eso le estaré eternamente agradecida. Pido a Dios el consuelo para su familia, porque perder a ser querido a tan temprana edad es muy doloroso.
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